LOS LOCOS DE VALENCIA

CRÍTICAS

 

EL NORTE DE CASTILLA

7 de abril de 2008

Delicioso trastorno

Magnífica creación de Teatro Corsario sobre un divertimento de Lope de Vega. Me rindo ante el despliegue de versatilidad que supuso La barraca de Colón -ambas producciones pasaron por el Juan Bravo- y paso a encabezar la lista de entusiastas rendidos a Los locos de Valencia.
El tono de la crítica, en general, ha sido bondadoso, pero a mí me apetece subir el tono, porque este juguete teatral lo disfruté como hacía tiempo. La comedia del Fénix es singular, atrevida y socarrona, y Corsario ha estirado el material sin quebrarlo añadiendo potencia a esas cualidades para gozo del respetable.
'Los locos de Valencia' transcurre en el primer manicomio de Europa, a orillas del Turia, donde los furiosos viven en paz mientras los cuerdos que allí acuden envidian su condición. Tal es el caso de Floriano, escondido tras haber dado muerte a un príncipe de Aragón. Y el de la bella Erifila, recluida entre estas paredes después de que el celador la encontrara a voz en grito en medio de la calle, semidesnuda, contando que un ladrón la había despojado de todas sus pertenencias.
Ambos revolucionan el taller de la mente porque tanto excéntricos como juiciosos, internos y trabajadores, se enamoran perdidamente de los nuevos inquilinos, y comienza aquí una comedia de simulación entretenidísima donde cada cual juega el papel que le parece para lograr los favores de sus respectivas presas. El amor como elemento de inestabilidad, enredo, engaño y confusión.
No se permite ni un leve descenso del ritmo, en todo momento acelerado pero no precipitado, lo que impide el aburrimiento. La escenografía es más compleja de lo que parece, con ese ajedrezado que conforma un entramado de planos y perspectivas que otorgan profundidad y algo de desazón. Y el vestuario es simplemente maravilloso, tan corpóreo que habría que llamar esculturas a los trajes y pelucas para hacer justicia.
La actitud de los actores, la insólita mezcla de música (aflamencada, peliculera, moderna y de raíz) y la hipérbole en las vestimentas y los maquillajes conforman un ambiente burlón y grotesco que resulta delicioso, coherente e inspirador.
El reparto coral alcanza una altura de vértigo, recitando el verso con naturalidad y extrayendo el jugo dramático de cada giro y pausa. Rosa Manzano en el papel de Erifila está perfecta, pero en general las interpretaciones son todas jugosas y comprometidas con la fiesta en la que se convierte el montaje.

Alfonso Arribas
 

DIARIO DE CÁDIZ

Festival de El Puerto de Santa María, 19 de agosto de 2007

El teatro es como el retrete y como el cementerio, cuando hay que ir hay que ir. "Es de Lope" fue una frase utilizada frecuentemente para indicar que algo era excelente. Considerado el primer escritor profesional de la literatura española, el Fénix utiliza la locura fingida porque le permite tanto divertir al público con chocarrerías y graciosidades, como hacer uso del enredo característico de la comedia burlesca. Fernando Urdiales se atreve a meter la tijera, consiguiendo crear un espectáculo accesible y que permite dar una versión de los clásicos distinta. Con un escenario sencillo pero efectista, el trabajo de los actores -perfecta dicción y movimientos impecables-, consigue junto con una magnífica caracterización y un vestuario sencillamente sublime, que el público asistente reconozca las influencias de la Commedia dell´ Arte en esta historia de amor. Chapeau por ellos. La sensación de placer visual que produce asistir a teatro del bueno entre los jardines de la Bodega de Mora es un aliciente más a la programación cultural del verano en El Puerto. El sonido del viento de levante entre las ramas de la araucaria y el sentido, caluroso y prolongado aplauso que recibieron los actores al final de la representación, invitan a pensar que el teatro está más vivo que nunca.

Manolo Morillo

 

LA VOZ

Festival de El Puerto de Santa María, 19 de agosto de 2007

La edad y sabiduría del equipo se hace notar en una propuesta en la que resalta su cuidada estética: desde el comienzo, el espectador percibe un escenario sugerente en su forma y colorido que sirve muy bien de marco a una historia en la que todo es sinuoso como el amor. Brillante es sin duda el diseño de vestuario, que además de una agradable tonalidad, consigue, (con apliques de guantes blancos a trozos por distintas partes del ropaje), la impresión de que Cupido hubiese pasado y, en lugar de flechas, hubiese abandonado pedazos de sus alas. Estos mismos guantes nos remiten también al delicado toque del amor que llega, cual astuto bandido, robándonos y haciéndonos sufrir sin apenas haber advertido que estamos siendo dañados por él. Con esta misma delicadeza, -la del ladrón de guante blanco-, el conjunto de actores de la comedia nos va introduciendo en la fantasía plástica del montaje; y es que su excelente trabajo vocal y corporal también se hace corpóreo dentro de la móvil y rítmica escultura escénica que construye muy bien su director. Podemos resaltar la presencia del actor Jesús Peña pero no en detrimento de un reparto bastante homogéneo en su hacer, y que de forma evidente se nota enamorado de su trabajo. El Puerto ha gozado en las Bodegas de Mora de una chispeante degustación escénica.

Germán Corona

 

EL DÍA

Festival de Almagro, 12 de julio de 2007

Una divertidísima casa de locos. La adaptación nos ofrece una obra ligera y sin paja, en que se prescinde de todo lo que sobra y se acentúan los elementos clave de la representación. Cuando nuestros protagonistas entran en la casa de locos todo cambia, desde su vestuario hasta la iluminación. Además, el vestuario elegido, brillantemente grotesco, da cuenta de la ampulosa locura que habita en un escenario cúbico. Todo ello aderezado con un ritmo ágil, algo que muchas veces se echa en falta en las adaptaciones de los grandes clásicos. Un espectáculo de alrededor de hora y media que se hace mucho más corto gracias a la sensacional selección de textos y a una deliciosa interpretación de todo el reparto.

C. Otto

 

LA TRIBUNA

Festival de Almagro, 13 de julio de 2007                          

No hay reproches que valgan. Impecable, original, dinámico… Fernando Urdiales ha construido un espectáculo tremendamente plástico y visual, potenciando los aspectos mágicos y surrealistas de ese escenario en forma de tablero de ajedrez. De bella factura, la puesta en escena del Teatro Corsario es sin duda la más divertida y original de las comedias de todas cuantas han pasado hasta ahora por el Festival de Almagro.

Carmen Obregón

 

FESTIVAL DE ALCÁNTARA

9 de agosto de 2007

Una comedia ágil y divertida, fresca, que conecta con todo tipo de público. Ha resultado una comedia con mucho ritmo, que va llevando al público de la cordura a la locura sin solución de continuidad. En los personajes se ha acentuado los aspectos más grotescos... y en una compañía con tantas producciones a sus espaldas se reconoce la valía de todo el reparto y su madurez en la interpretación; destaca la pareja formada por Jesús Peña y Rosa Manzano por su buena química.

Para dar un toque surrealista y onírico, la escenografía nos presenta a un gran tablero de ajedrez en el que se moverán los personajes, y el vestuario, cuidadísimo en todos los detalles, remitirá a lo grotesco y a ver el Hospital de los Locos como una gran jaula donde pululan sin cesar pájaros de todo tipo. Hemos participado en un mundo de locos cuerdos y al volver a la realidad cotidiana, después de las últimas palabras de la comedia, surge la pregunta: ¿necesitaremos siempre del teatro para volvernos locos cuerdos? ¡Gracias a Teatro Corsario!

 

R. Leal

 

EL NORTE DE CASTILLA

Festival Olmedo Clásico, 30 de julio de 2007

Fernando Urdiales ha realizado una puesta en escena desde la valoración de lo cómico, una gran fiesta rompiendo además algunos tabúes y entrando en un territorio nuevo para los actores. El desarrollo de las acciones escénicas es rompedor y arriesgado, tanto en la elección del vestuario como de la gestualidad de los actores, la configuración del espacio,  y la utilización de la música. Juan Carlos Martín pasa de una variación de Mancini a un final azarzuelado con toques de jota aragonesa. Los intérpretes asumieron todos estos retos. Jesús Peña tiene el papel más agradecido pero el tono colectivo de siempre prevaleció. Una fiesta en la escena con Lope de pretexto. Llenazo en la Corrala y éxito.

Fernando Herrero

 

EL MUNDO

Festival Olmedo Clásico, 30 de julio de 2007

Sería de agradecer que los políticos cedieran un teatro a Corsario para que siga divirtiendo a las gentes. El ingenio de Urdiales se suelta de la mano del Fénix de los ingenios  y corre hacia la salida del Hospital de Locos a esperar a Floriano (muy bien Jesús Peña) y a Erífila (magnífica, como siempre, Rosa Manzano). Entre los dos surge el amor a primera vista y, como éste no deja de ser contagioso, iniciarán una espectacular ceremonia burlesca. Trastornarán a Pisano, el celador al que da vida muy eficazmente Luismi García; idiotizarán al doctor Verino (genial Javier Semprún); hechizarán a Fedra, la de anchurosa presencia (Mercedes Sáiz)... Y seguirán haciendo de las suyas hasta conseguir que todo desemboque en una zarzuela. Harán del manicomio un lugar alegre, logrando que el público participe en la fiesta. Finalmente, hay que destacar la labor de Ruth Rivera, quien hace una auténtica creación como Laila, la limpiadora del manicomio.

Carlos Toquero

 

ABC

Festival Olmedo Clásico, 31 de julio de 2007 

Lope crea un universo complejo y muy divertido. El juego y la fiesta se apoderan de este espacio desestabilizador del hospital donde gobierna el mundo al revés. Formar parte de este espacio del juego y de la fiesta crea tanta adicción que todo el mundo quiere estar dentro y si alguien se va es para volver. Fernando Urdiales toma de la comedia de Lope juego y fiesta y la aligera, recortando personajes y temas, para realizar una muy particular versión despegada del clásico. Su propuest escénica intensifica el tono de farsa y adopta una estética renovadora. Realiza continuos guiños al público actual al introducir una mezcolanza de reconocidas melodías, música de cabaret, jotas o la zarzuela en la que se convierte la fiesta de la falsa boda. Despliegan chispa y energía en su interpretación la pareja protagonista Jesús Peña y Rosa Manzano. Ruth Rivera interpreta con expresividad, soltura y naturalidad a la criada Laida. Muchos aplausos.

Julia Amezúa

 

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