CRÍTICAS DE  "TERESA, MISERERE GOZOSO"

EL DÍA DE VALLADOLID 24 de abril de 2015

VIDA Y MÚSICA
L.M. Ágreda

Aún estoy sacudido por la extraordinaria “Teresa, miserere gozoso” del Teatro Corsario que vi en la Sala Experimental del Centro Cultural Miguel Delibes. ¡Cuánta belleza, profunda, clara y ágil! ¡Cuánto talento, cuánta verdad y honestidad en la puesta en escena! Los personajes que aparecen en escena nos devuelven la vitalidad de los interrogantes del texto y permiten que se conviertan por espacio de dos horas en nuestros contemporáneos, a pecho descubierto, con trazos limpios y entendibles. La escenografía de la obra es mínima. Una silla, un confesionario, una mesa con libros. Porque lo importante en el teatro es el texto, un texto vivo, actores que se desenvuelven muy bien en escena, con movimientos mínimos que permiten que el texto mantenga al espectador atento y concentrado en el escenario. La temperatura de la obra sube cuando aparece la voz maravillosa de Jesús Peña, ese Laurence Olivier que vive en Valladolid, cuánto se agradece, porque muestra exclusivamente la esencia de sus personajes: Confesor, Cristo, Inquisidor, para llegar al corazón del que mira, escucha y siente. Rosa Manzano dibuja una Teresa de Jesús creíble, con poderío y pinceladas de humor. Porque a su personaje le gusta ocultarse, no enseña nada de buenas a primeras, vive en contradicción. Tienes que estar muy atento para saber que sus palabras te están revelando la belleza que tiene la nieve al caer, esa belleza que permite la contemplación individual desde que el hombre tiene memoria. La dirección de Luis Miguel García tiene claridad expositiva, energía, talento y muchas dosis de emoción y belleza. «Si queréis los mejores elogios, moríos» reza el epitafio del gran Jardiel Poncela. En este caso no es necesario. Si tienen oportunidad, no se pierdan el espectáculo de ver al Teatro Corsario, son de aquí, toman vinos y pasean por esta ciudad, pero su forma de hacer teatro es una manera de vivir. Una manera de ver las cosas que se agradece.


DIARIO DE ÁVILA 19 de marzo de 2015

CRÍTICA DEL ESTRENO

Una excelente puesta en escena y con una magnífica iluminación que ayudó a la caracterización de los diferentes personajes que fueron apareciendo en el escenario del Auditorio de San Francisco. En especial, para mostrar el tumultuoso mundo interior de Teresa, papel magníficamente interpretado por Rosa Manzano.

Impresionantes las escenas del ‘arrobamiento’ de Teresa, ante la aparición de Cristo en La Encarnación y la alegoría del amor divino, con una trapecista dejándose caer sobre dos lienzos blancos.

La obra recibe un apoyo inconmensurable en las canciones que interpretó Consuelo Bravo. De alguna manera es el hilo conductor de la obra, con poemas musicalizados con ritmos del renacimiento. Todo ello tratado como Teatro Corsario suele hacer en este tipo de representaciones.

«Muy leída es usted para ser mujer», le dice el dominico en la audiencia que tiene con ella. «Dejen a las mujeres y a los que no tienen luz acceder a lo espiritual», le contesta la carmelita. La obra muestra claramente la lucha de una mujer, vehemente y apasionada, por llevar a cabo una misión contra viento y marea. A fe que lo han conseguido. El tumultuoso e intrincado mundo interior de la reformadora está claramente caracterizado en esta representación, desde sus propias contradicciones hasta la pelea con la enfermedad casi toda su vida; desde su afición a la lectura, libros de caballerías incluidos, hasta el misticismo arrebatador en el contacto con la divinidad.


EL ADELANTADO DE SEGOVIA 28 de marzo de 2015

TERESA DE JESÚS LLENA DE EMOCIÓN EL JUAN BRAVO
Verónica Labrador

‘Teresa, miserere gozoso’ consiguió llenar de emoción el patio de butacas del Teatro Juan Bravo. La gran puesta en escena y las magistrales actuaciones de los miembros de Teatro Corsario conmovieron a los asistentes que descubrieron, gracias a esta obra, una Teresa de Jesús más humana que mística.
Bajo la dirección de Luis Miguel García, la obra es un canto optimista que muestra el periplo vital de Teresa de Ávila, un personaje desconocido para el gran público, una mujer en continua lucha consigo misma y con una sociedad monolítica y jerarquizada, en la que no se veía con buenos ojos a las mujeres que leían y, mucho menos, que escribían, que pensaban por sí mismas.
Por todo ello, se presenta a Teresa de Jesús como un personaje humano, creíble, que tiene que afrontar diversos conflictos en la vida hasta lograr su objetivo.
La obra, creada específicamente para celebrar el V Centenario de su nacimiento, recorrerá la Comunidad durante los próximos meses.


EL NORTE DE CASTILLA 19 de abril de 2015

VISIÓN COTIDIANA
Fernando Herrero


La veterana compañía, de solvencia manifiesta, con cinco actores y una magnífica cantante, Consuelo Bravo, nos presenta a Teresa desde su visión cotidiana y su ¿feminismo? impactante que tanta polémica causó.

La estructura del texto se desarrolla a través de cuadros, la mayoría de dos personajes, separados por intervenciones musicales. Profesionalidad en el trabajo, desde un vestuario de época acertado y un movimiento en el escenario ajustado a la idea del montaje, sencillo y didáctico de principio a fin. Rosa Manzano es una estupenda actriz. La primera escena, tirada en el suelo, con el cuerpo torturado, es impactante. Luego va evolucionando desde sus problemas vitales hasta la serenidad final. Cristina Calleja encarna a la hermana Juana, joven y graciosa, con total acierto, lo mismo que Pilar San José. Jesús Peña compone un patológico y crispado Inquisidor, y Julio Lázaro da empaque a sus tres personajes. Interpretación conjuntada y dominadora del texto y las situaciones. Muchos aplausos del público, que ha conocido algo de la Santa desde perspectiva diferentes de las clásicas. Teresa de Jesús fue una mujer con sus debilidades y sus fuerzas, que supo trascender hasta lo admirable en su vida monástica, sus reformas necesarias y los estupendos libros




ÚLTIMO CERO 19 de octubre de 2015


A VUELTAS CON CORSARIO
Javier Gil Díez-Conde


Debiera ser que a estas alturas de la brillante trayectoria dramática de Corsario, aun privado del liderazgo de Fernando Urdiales, no rechinaran ya ciertas voces de rechazo o desafecto -desde tanto porte presto siempre a la concesión de patentes de izquierda- por la elección de temas para sus espectáculos, caso ya manido de “Pasión”, y ahora de este otro sobre Teresa de Ávila.

Pero no es así; y aún tales siguen trayendo tamaña cola, que hasta ha llegado a convertirse en seña de identidad de la compañía pucelana, jamás en fuga ante la polémica y el desafío escénicos. Sólo que esta vez se ha encontrado con una inesperada alianza, desde la competencia del Teatro Calderón: nada menos que La Celestina rediviva de Ron Lalá (“Ojos de agua”), interpretada por Charo López. En efecto, no es frecuente que en la misma ciudad (al menos en “provincias”, como antaño se dijera) coincidan dos espectáculos, bien cierto que de muy distinta factura, cuyas reflexiones corran parejas y hasta complementarias sobre un tema como este de la mujer en los siglos de nuestros clásicos. Y es que algunas conclusiones de ambos espectáculos vienen a ser las mismas: en tal época, a una mujer inteligente que cuestionara el papel tradicional a ella socialmente reservado, apenas si le quedaban dos salidas: el convento o el burdel. De la elección de Celestina hoy aquí no me ocupo. Y en cuanto a Teresa, como bien apunta Corsario en el programa de mano “en aquella sociedad, que una mujer escribiera era, de por sí, una audacia”.

No obstante, la diferencia radica en que la alcahueta de Fernando de Rojas para nada cuestiona los poderes, antes bien, se aprovecha de ellos; mientras que la histórica Teresa se enfrenta a tales, al modo trágico frente al épico. Y más esta de Corsario, que muy poco tiene de santa, como entonces menos de divino tuviera su Cristo de “Pasión”. Que así bien lo expresa la protagonista cuando, ante la inquisitorial autoridad de don Melchor Cano, le suelta el contundente “hable con Dios, si puede, y no con la Iglesia”. Que a fin de cuentas, creencias al margen, lo de Dios no deja de formar parte de un extendido imaginario común, mientras que la Iglesia, por muy espiritual que se proclame, siempre ha supuesto Poder en este mundo, así con mayúscula.

Y en cualquier caso bueno será recordar lo que, a propósito de “Pasión”, solía señalar el propio Fernando Urdiales a quien suscribe: nuestra historia es la que es y nuestro Siglo de Oro lo es para lo bueno y… lo ya no tanto. Luces y sombras, brillantes y oropeles. Claroscuros, tan barrocos ellos. Como esta Teresa, tan de contrastes, tan humana…



TERESA, MISERERE GOZOSO